Historia
Construido en 1896 por el sobrino de Santa Bernadette, Jean-Marie Soubirous y su mujer, Benoîte Toulet, el icónico Grand Hotel Moderne acogió en pleno corazón de la ciudad, con elegancia y comodidad, a la aristocracia y a los dignatarios que se acercaban a Lourdes.
Desde la primera aparición de la Virgen María a Santa Bernadette en 1858, la ciudad de Lourdes inició una lenta transformación para convertirse en una ciudad capaz de recibir a los millones de peregrinos que visitaban y visitan Lourdes año tras año. La ampliación de la ciudad comenzó con la limpieza de la Gruta de Massabielle, la construcción de iglesias, la apertura de la Explanada, la construcción de hoteles y hostales, el ensanche de las calles y la instalación de un sistema de alcantarillado más moderno.
Inspirado por el deseo de construir "el hotel más bonito de la ciudad", Jean-Marie Soubirous y Benoîte Toulet le encargaron al arquitecto más prestigioso de la época,’Jean Marie Lacrampe la construcción del Grand Hotel Moderne.
La arquitectura
El arquitecto responsable del Grand Hotel Moderne era también el que había construido las magníficas rampas en la Basílica de la Inmaculada Concepción, el ayuntamiento, el castillo de Soum, la escuela de San José, la escuela de Auzon Honoré, así como su villa privada en la ciudad de Lourdes. A Jean-Marie Lacrampe se le conocía como “el arquitecto de la ciudad” y fue director de la escuela local de diseño y cantería.
El estilo del Grand Hotel Moderne bebe de la arquitectura barroca francesa clásica, similar a la de los grandes castillos erigidos durante el reinado de Luis XVI. El edificio presenta muros curvos y trabajados, balcones con piedra elegantemente tallada, colores vibrantes y ventanas y techos altos para lograr unas habitaciones grandes inundadas por chorros de luz natural.
Uno de los puntos fuertes del Grand Hotel Moderne es la belleza de los trabajos en piedra que adornan en contraste las paredes desnudas. Esta fachada imponente está cubierta con motivos delicadamente tallados en alusión a la flora y fauna, a ángeles y leones. Un panel en relieve adornado con las inscripciones “HM” hace, a día de hoy, de carta de presentación y emblema del “Hotel Moderne”.
Se dice que la piedra que embellece la decoración tallada del Grand Hotel Moderne viene de las canteras de Lourdes. La calidad de los materiales y de la mano de obra fue supervisada con detalle por Jean-Marie Lacrampe. El arquitecto gozaba de tanta fama por su obra que, en 1880 y tras la insistencia del Ayuntamiento y bajo supervisión de la École des Beaux-Arts de París, abrió también su propia escuela de diseño y cantería.
A la hora de decorar los interiores se ha querido también hacer hincapié en la arquitectura barroca francesa para conseguir una elegancia que todavía hoy luce como el primer día en el Grand Hotel Moderne.
Por dentro
Tras franquear las puertas del Grand Hotel Moderne, uno se retrotrae al glamour decimonónico, a la “La Belle Époque” (la “Edad Dorada”, un periodo europeo social que comenzó a finales del s.XIX y terminó con el estallido de la I Guerra Mundial). Con sus ricos revestimientos de madera, la minuciosa ornamentación del techo y sus suelos decorados con coloridos mosaicos, el Grand Hotel Moderne conserva la grandeza, encanto y elegancia que le caracterizaron en el pasado.
Los fundadores le encargaron la decoración de interiores del hotel a Louis Majorelle (1859 -1926). Era uno de los interioristas y diseñadores de muebles franceses de más abolengo de la corriente del Art Nouveau. Hijo de un fabricante de muebles, Majorelle recibió formación para ser pintor y asistió en 1887 a la École des Beaux-Arts de Paris, donde estudio bajo la tutela de Jean-François Millet.
Una de las joyas del interior del Grand Hotel Moderne, con su esplendor y estilo propios, es el "Restaurant Majorelle”, bautizado así para rendir un merecido homenaje a su diseñador. Una atmósfera cálida e íntima fluye en nuestro restaurante gracias a la presencia de ricos revestimientos en madera, intrincados patrones del suelo de madera y embellecimientos inspirados en la misma naturaleza: tallos de plantas, nenúfares y sarmientos. Llamativas columnas de mármol lucen hercúleas por todo el restaurante, creando un efecto de contraste y sofisticación. Los muebles destacan por su elegancia e incluyen sillas antiguas de madera fabricadas a mano, mesas doradas y ricas telas de estilo Luis XVI.
Majorelle primó en su creación el uso de maderas gruesas granuladas y exóticas, como la caoba. Podemos constatarlo en la majestuosa escalera del Grand Hotel Moderne. Mediante la yuxtaposición de patrones de madera en espiral a lo largo de las grandes escaleras, creó una de las obras maestras del s.XIX.
Asimismo, en el hotel el huésped se encontrará con muebles, porcelana, platería y litografías del s.XIX.
“Moderne”
Cuando el hotel abrió sus puertas en 1896, el Grand Hotel Moderne ofrecía lo último en elegancia y confort, incluyendo baños individuales con agua caliente, ascensores en cada planta y teléfonos instalados en cabinas individuales, siendo uno de los primeros hoteles en el sudoeste de Francia en ofertar estos servicios. De este modo, el hotel no tardó mucho en hacer gala de su nombre "Moderne" y se convirtió en sinónimo de uno de los establecimientos más sofisticados y bonitos de su época.
En la actualidad, el Grand Hotel Moderne recoge el testigo de esta tradición modernista. Tras una remodelación completa de sus instalaciones, el Grand Hotel Moderne continúa brindándole al viajero moderno lo último en elegancia y comodidad, sin descuidar el encanto y la solera de su pasado histórico.